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Democracia y desencanto: problemas y desafíos de la reconstrucción democrática del Estado Entrevista a Luis Salazar Carrión

En menos de dos generaciones, pasamos de las ilusiones que despertó la tercera ola democratizadora en Europa y América Latina a la cruda realidad de regímenes democráticos que experimentan distintos procesos de degeneración tanto en sus bases institucionales como en su dimensión simbólica. ¿Qué suce...

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Published in:Andamios (Mexico City, Mexico) Mexico), 2016-01, Vol.13 (30), p.135-153
Main Authors: Ortiz Leroux, Sergio, Morales Guzmán, Jesús Carlos
Format: Article
Language:Spanish
Subjects:
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Description
Summary:En menos de dos generaciones, pasamos de las ilusiones que despertó la tercera ola democratizadora en Europa y América Latina a la cruda realidad de regímenes democráticos que experimentan distintos procesos de degeneración tanto en sus bases institucionales como en su dimensión simbólica. ¿Qué sucedió?, ¿por qué pasamos en tan poco tiempo del encantamiento democrático hacia el desencanto hacia la democracia? -Norberto Bobbio nunca participó de un encantamiento democrático; más bien partió de una defensa realista de la democracia que se hacía cargo de las promesas incumplidas, de las promesas no mantenidas de la democracia, que reconocía que había enormes problemas para traducir los ideales democráticos en una realidad adversa como la de las sociedades modernas; y, sin embargo, se oponía a la visión -en ese entonces muy de moda- de autores que decían que la democracia era demasiado débil para resistir el asalto de los totalitarismos, que la democracia no se sabía defender. Yo no creo que haya que caer en la trampa contra esta visión antiestatista, que sería algo como una especie de “estatolatría”, que no tendría el menor sentido; lo que sí creo es que hay que tomar muy en serio, con Hobbes, que sin Estado lo que existe necesariamente es el predominio de la ley del más fuerte, que es el estado de naturaleza, y creo que tardíamente nos hemos dado cuenta en México de que tenemos un Estado muy débil, antes parecía fuerte, pero lo era porque tenía ese aparato ortopédico. O’Donnell tiene, creo, razón, quizá en lo que se equivoca -no es que se equivoque-, es que es difícil pensar otra cosa porque estamos tan acostumbrados a la idea de que la elección del jefe del Ejecutivo es lo que define a la democracia, que incluso en México, cuando se hablaba de la transición democrática, se decía “hay que sacar al PRI de Los Pinos”, ahí se agotaba la idea de la alternancia; no era expresar la idea de la pluralidad política, era sacar al PRI de Los Pinos; no era crear un contexto de negociación incluyente, era más bien algo tan ridículo como decir “bueno, si en Los Pinos está alguien que no sea del PRI, se acaba el problema”. Criterios que no solamente juzguen a las democracias, como lo hace cierta ciencia política positiva, a partir de su capacidad de formar gobiernos de mayoría eficaces y eficientes, sino que evalúen a las democracias a partir de su capacidad para realizar, aunque sea parcialmente, los ideales y valores fundamentales del discurso democrático: igualdad, libe
ISSN:1870-0063
2594-1917
DOI:10.29092/uacm.v13i30.6